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APOSCAGUA
I. La
columna.
En el
año 2005 iniciaba con una serie de exploraciones interventivas a libros
diversos. Después de realizar algunos de éstos y con el incentivo de una
próxima exposición inicie una
nueva pieza en donde el uso del libro evolucionaría
de pensarlo como espacio público (que era la intención
primaria de esas piezas)
al soporte crítico de la acumulación ideológica. Fue
así que me di a la tarea de
buscar, pedir y/o comprar
libros usados. La premisa
fue que todos estos tuvieran que ver con México.
Así llegue a una colección de
libros de política, historia, antropología,
turismo, economía, narrativa…entre
otros. Algo que de alguna manera unía
a estos libros es que su situación como
objetos era el desuso, el
acumulamiento
en bodegas o rincones, es decir estaban algo olvidados. La gran
mayoría de éstos
me los encontré (adquirí) en librerías de viejo y tianguis de
chacharas;
no se exactamente cuantos
llegué a juntar en total , no muchos. Paré la
recolección en función de
cierta altura que necesitaba para una posterior
pieza que llamaría Columna
Razada.
Mutile,
corte, lije, ordene y apile los libros. El fin era ir construyendo una columna
de libros. Carente de otra estructura que le sostuviera, Columna Razada era
algo inestable. Las fracturas eran claramente visibles; un ligero viento o el
roce de otro cuerpo (quizá un espectador) era suficiente para poner en
riesgo
la columna, en cualquier momento podía caer. Con una altura variable
entre 170
o 185 cms, esta construcción siempre funcionó como un
apuntalamiento entre el
espacio que le acogía, la materia de su cuerpo, y la política
de su acción.
La pieza
fue expuesta dos veces, en ambas fue trascendente el lugar que le
arropo: una
biblioteca (de la Universidad Pedagógica Nacional, DF. ) y un
centro de
estudios, incluida su biblioteca (el Centro de Estudios de
México y
Centroamérica-Unidad Mixta de los Institutos Franceses en el
Extranjero, DF. ).
Lo fue por que en ambos espacios se producen,
consultan, resguardan y
coleccionan libros, de temas muy
específicos y en
particular sobre México. Es decir, se genero una forma de
diálogo. Posteriormente,
la pieza
retorno a ser varios libros guardados, ahora en mi casa, ahora
algo
intervenidos en su materia.
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II.-
Mogotes.
Desde ya
hace tiempo he venido trabajando con el mogote, como palabra, como geografía,
como construcción: como pensamiento. Mi casa esta justo al lado de uno, la Coronita. Al oriente esta otro, La
Corona. En el poniente esta San José el Mogote y varios mas. Al frente, el sur,
está Montealban, el Cerro del
Gallo, entre una extensa geografía de mogotes conurbados, ocupados, arrasados.
Estas
elevaciones del terreno, la mayoría construcciones humanas, son monumentos
integrados al paisaje, por lo mismo muchas de las veces pasan desapercibidos.
No se puede pensar al mogote sin la relación histórica con los pueblos
mesoamericanos. Usados como observatorios, fortalezas, puntos sagrados u otros,
los mogotes son monumentos del tiempo.
Siempre
se piensa que en sus entrañas guardan algo muy importante (y es cierto en
muchos casos) pero lo cierto es que en la superficie resguardan un argumento
objetivo sobre una concepción espacial que a veces ubicamos solo en el pasado.
En
particular veo a los mogotes como una extensión de formas resistentes de pensar
el mundo. Construir cerros a escala seguramente fue una acción contundente de
la cosmovisión de cualquier cultura, como lo fue abandonarlos o apropiárselos
continuamente. La potencia que portan como un elemento cultural que incide
directamente en el paisaje (rural o urbano) no es de menos sobre todo cuando
este, lejos de desaparecer, se fusiona con las toneladas de construcción
habitacional que le reviste el
crecimiento demográfico; cuando se hace reverdecer con los innumerables saqueos
de sus entrañas; cuando se les cerca, etc.
El
mogote sigue ahí, dibujando una creencia bajo el cielo, generando mapas de una
memoria no extinta, auque a veces extraviada.
III.-
Apoxcahuar/enterrar
APOSCAHUA
es la acción-proceso que he iniciado para este espacio de Proyecto TRASLADOS,
su tercera fase.
Esbozados
dos aspectos del contexto generativo de esta acción-proceso, comentaré que la
pieza ha iniciado con la acción de recuperar Columna Razada como un objeto
masticado en las fronteras del arte. Esa condición de permanecer guardada (la
pieza) la he desplazado nuevamente a una condición de cosa orgánica, cosa que
da vida. Así pues, la materia de su cuerpo la expongo a ser habitada por los
hongos, los insectos, las raíces o los accidentes propios de la intemperie de
un territorio abierto.
Ubicado
un terreno, un sitio en específico, la acción-proceso dio paso a un entierro.
Enterrar una parte y cubrir otra de la Columna Razada tiene el propósito de
generar un ambiente propicio para
que se aposcahue ese conocimiento en el lapso de un año exacto. Posteriormente,
concluido este tiempo, desenterraré el residuo de la pieza para remontar el
residuo de una elevación.
Lo que
queda en el sitio es un monumento, un mogote. Este mogote que dialoga con su
paisaje, ve en sus cuatro caras a otros mogotes, ve a cerros sagrados.
Escabullido como un artificio mas,
este mogote APOSCAGUA es ahora una irrupción en ese paisaje. Sin ser
precisamente un elemento fuera de lo común por su materia, tampoco es tan común por su construcción, algo ambiguo
para quien demande mas.
